jueves, 13 de junio de 2013

Voluntad de crecer


Por Nieves Rodríguez Rivero

Hay experiencias que se convierten en punto de referencia al que acudir para orientar y valorar tus otras acciones y esta que les cuento ahora es una de ellas.
Estudié Magisterio tardíamente. Fue la fascinación por la infancia de mis tres hijos lo que motivo mi decisión. Pero pronto me hice consciente de lo improbable de que consiguiera ejercer como tal, por más que lo intenté empapelando los posibles destinos con mi curriculum.
No dispuesta a renunciar a la oportunidad de realizarme en este fin,  decidí hacerlo voluntariamente y hasta pensé que hacía "algo encomiable" cuando me ofrecí como educadora voluntaria para la Cruz Roja de Tenerife. Lo valioso empezó cuando vi aparecer sus caras, una tras otra,  según lo permitía la puerta del garaje, que se abría como un telón en respuesta al timbre, mientras niños de distintas nacionalidades se apresuraban a recibir a alguna de sus cuidadoras.
Así, llegué a la casona, habilitada como Hogar de Acogida por esta Entidad, en el barrio de Finca España y a partir de este afortunado gesto, pude  sentir como empequeñecía ante la preciosa labor que allí se gestaba.
Recuerdo especialmente el cumpleaños de Bishet, el mayor de los dos hermanos Polacos, que reflejó aquella luz en sus ojos, más azules aún,  ante la sorpresa que le preparamos. Sobre el trinchante del comedor resaltaba una colección de velas  que acompañaban a las 8 de la tarta... y con esto y un poco de "oscuridad solidaria" se consiguió hacer feliz a uno de los entonces doce protagonistas del "Proyecto de Acogida y asesoramiento a Madres Inmigrantes sin trabajo y  con hijos pequeños de la Cruz Roja de Santa Cruz".
Allí nuestro equipo de dinamizadoras, del tiempo libre de los niños, hasta que llegaban sus madres de trabajar... o de intentarlo, fuimos las "privilegiadas espectadoras" del impresionante ejemplo de convivencia respetuosa y cordial de culturas y razas. Ningún conflicto importante, todo discurría en una atmósfera de positivismo que se nos grabó como un tatuaje. Y a lo que solo pudimos añadir la voluntad de crecer. 
Ahora que mi labor está centrada en cuidar de mis dos nietos, para que sus afortunados padres conserven sus empleos, busco momentos, casi siempre regateando con el sueño, para expresar lo que siento a través de esta otra afición, igualmente complicada de ejercer como profesión.
Y otra vez la vida me brinda un camino, esta vez junto a todos los que felizmente coincidimos en la trilogía de minitextos “Somos solidarios”. Porque eso es lo que hemos abierto: UN CAMINO que conduce a muchas cosas que van surgiendo, como consecuencia del primer y solidario gesto de convertirnos en coautores liberados del chantaje de la productividad.
Y aquí estamos formando parte de un proyecto completamente altruista, fruto de la iniciativa de nuestra editora, Elena Morales. Una iniciativa que ha motivado otras muy valiosas consecuencias:
Une dos esferas sociales que forman un potente reclamo. La importante acción de tres conocidas ONG y una muestra de la  de creciente manifestación de escritores canarios reconocidos y otros noveles, hermanados en este proyecto.
Favorece la finalidad de la primera y el conocimiento y difusión de la que lo hace posible... Nuestra cada vez más representativa y diferenciada literatura canaria. Propicia nuevas acciones comunes.
Demuestra que el ser humano tiene estrategias para solventar los contratiempos y que valores como la conciencia social, la justicia, la  creatividad y el respeto por lo nuestro son potentes armas para seguir avanzando al margen de la dichosa crisis... ¿Será tal vez esta la postura para conseguir atajarla…? Juzguen ustedes.


1 comentario:

  1. Desde luego que esas estrategias, las tenemos, son válidas y hermosas. Y no podrán con nosotros. Besos

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